La obra "La Fragüera" surge como resultado de una profunda indagación en el concepto de "La Fragua". Para la creadora y bailarina Obdulia Bustos, este término tiene un significado especial, vinculado directamente con algunos palos del Flamenco, como el Martinete, que representa el sostén y la raíz del árbol de este arte tradicional. Las fraguas, espacios donde se trabajaba y forjaba el hierro, también eran escenarios en los que los antiguos flamencos cantaban y rendían culto a estos estilos, generando un vínculo esencial entre trabajo, arte y tradición.
Desde hace algunos años, Obdulia Bustos ha dedicado su trabajo a la investigación y exploración de estos estilos, presentándolos en obras como su producción anterior, "Las Amantes", que conecta con su historia familiar generacional en Andalucía, arraigada al campo y la trilla. Esta exploración la llevó a desarrollar un Flamenco contemporáneo y conceptual que dialoga con su raíz tradicional, posicionándola como una artista que se sumerge constantemente en el origen para reinterpretarlo.
Con motivo de su cuarentena, Obdulia realiza un balance de su trayectoria artística, regresando a sus inicios con un Flamenco de raíz que lleva su sello personal. Este estilo se caracteriza por su peso, personalidad, elegancia y, sobre todo, por la honestidad y sinceridad que imprime en cada representación. En "La Fragüera", este horno de cocción creativa, los artistas se unen para forjar un proyecto desde los fundamentos de los palos flamencos.
La obra se construye sobre bases sólidas: la trilla y el martinete como puntos de partida, y otros estilos como la seguidilla, la rondeña y el verdial, que dibujan un paisaje artístico inspirado en la serranía de Málaga. A medida que el proyecto avanza, se incorporan las alegrías, del grupo de las cantiñas, que añaden frescura y carácter a la creación. El viaje continúa con el fandango, resaltando lo abstracto, y evoluciona hacia la malagueña, un estilo derivado de los fandangos malagueños del siglo XIX, para alcanzar un clímax de fuerza expresiva.
El cierre de la obra llega con los tangos del “Pepico”, que simbolizan una evolución natural desde la malagueña. Los tangos, con su compás acentuado y alegre, representan un movimiento de baile emotivo y arraigado, recordando paisajes vívidos de cantiñas, verdiales y fandangos. Finalmente, los jaleos y el arranque del fin de fiesta por tangos ponen la “guinda” a esta escultura artística.
En "La Fragüera", Obdulia Bustos se une a dos artistas con quienes comparte una profunda afinidad creativa. Al cante, la talentosa Nieves Hidalgo, cuya voz emotiva y vibrante es perfecta para este recorrido por los palos flamencos. Y al toque de la guitarra, el maestro Juan Miguel Castellano, un descubrimiento reciente para Obdulia, quien aporta una calidez profesional y artística inigualable.
El baile de Obdulia, caracterizado por su emotividad y conexión con las raíces, es un elemento esencial de la obra. Para ella, es imprescindible conectar con las miradas de su público y entregarse completamente en cada representación. Juntos, estos tres artistas logran una unión sólida, basada en el respeto y la admiración mutua, creando una experiencia única que celebra la tradición flamenca mientras la transforma en una expresión contemporánea y personal.